Para poder cumplir con el llenado del embalse se había construido
el pueblo nuevo de Guatavita, un pueblo moderno con visos de arquitectura colonial.
Se diseñaron plazas y corredores peatonales dentro del casco urbano se
establecieron atractivos turísticos como el puente de los enamorados y la plaza
del sol, a su entrada se puso como custodio al cacique de Guatavita y la
leyenda de la india infiel. Desde 1963 Guatavita ya no sería un pueblo de
labriegos y alfareros y se convertiría en un pueblo turístico.