Dos cerros custodian el valle del Río Tominé, el Montecillo y
el Mentecilla. Desde su cumbre se puede observar todo el espejo de agua de agua
Su ascenso, hasta los 3200 m, se hace sobre una gran rampa de roca sedimentarias
que los llevan al camínate hasta la cumbre. Aunque es un trayecto corto la dificultad
la pone el alto grado de inclinación del camino.