Cómo es que el turismo, la famosa industria sin chimeneas, ha hecho tanto daño a la naturaleza y las comunidades de los territorios. Es hora de replantear las bases de nuestra sociedad, de repensar todas las actividades económicas. Estas siempre han estado por encima de la vida en cualquiera de sus formas. Entonces, ¿que pasará cuando volvamos a caminar por La Tierra, a escalar las montañas y bucear los arrecifes? ¿será que no es hora de parar, de replantear las bases del turismo de la posmodernidad? ¿de sabernos parte de la naturaleza, de entender que estamos hechos del mismo material de las estrellas y de los otros seres que habitan la tierra?
El turismo de la posmodernidad debe enmarcarse en parámetros de sostenibilidad, óigase bien de la sostenibilidad, no del desarrollo sostenible, que es solo un apellido bonito para perpetuar el mismo tipo de economía desbalanceada que venimos manejando hasta el día de hoy. Tal vez no nos mate el virus, pero si la avaricia, la corrupción y el egoísmo, que son la verdadera pandemia que debemos combatir.
Hoy nuestros viajes deben aportar a la recuperación y sostenibilidad de los territorios donde opera, debe tener el propósito de conservar la biodiversidad, de engrandecer los territorios, mirar hacia a lo local y lo comunitario. Necesitamos hacer un turismo más auténtico, dejar de lado las máscaras del lujo sin sacrificar el confort, volver a lo esencial, a lo fundamental, a disfrutar de lo simple: el olor de la tierra del bosque al amanecer, de la brisa en la cara en la montaña, del movimiento cadente de la neblina.
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Lo primero que tenemos que entender como sector es que el análisis del turismo no puede seguir siendo únicamente una cuestión reduccionista del análisis de la oferta y la demanda. Como diría Edgar Morin, los problemas complejos requieren soluciones complejas. Hoy hay que tener una perspectiva más holística, más integradora y que venga más del corazón que del cerebro. La biología, la antropología, la ecología, las artes, los conocimientos ancestrales de comunidades raizales e indígenas, deben empezar a jugar un papel fundamental en el desarrollo de nuevos productos turísticos sostenibles, armoniosos con la naturaleza y con la gente que habita los territorios.
Así pues, el turismo posmoderno se debe centrar en la restauración, conservación y uso sostenible de los atractivos turísticos, llámense estos especies, ecosistemas, patrimonio cultural o espacios rurales. Desde hace un tiempo hay empresas que vienen trabajando este tipo de propuestas de la mano de comunidades receptoras que permiten una mejor relación de la actividad turística con los territorios.
Procoreef por ejemplo, asociada a esta plataforma, viene trabajando en la restauración de arrecifes de coral como estrategia de turismo regenerativo en Isla Fuerte (Bolívar), se han apoyado en años de trabajo e investigación liderados por el profesor Fabio Gómez, proceso en el que feliz y agradecidamente he hecho parte. Ecotrek Tour Operador, mi empresa, viene proponiendo un turismo biocultural, con una visión integradora de la naturaleza y la sociedad como expresión de la cultura de los pueblos, esto en beneficio de las comunidades rurales de la Sabana de Bogotá.
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Esta tendencia también hace cada vez mas parte del mundo académico, se hacen propuestas de la planificación turística desde la complejidad del territorio y con amplia participación desde lo local. Este es el abordaje que se hace desde la Universidad Externado de Colombia con investigadores como Fredy Ochoa y Diana Morale-Betacourt con su libro “Tejiendo el territorio: Lineamientos para la Construcción del Turismo Desde lo Local”.
Hoy tenemos que revisar concienzudamente nuestras normas de sostenibilidad, darles una visión mas amplia y pensar más allá de la separación de basuras en nuestras oficinas. Tenemos generar propuestas que tengan impactos reales y positivos en los territorios, apoyar a las comunidades para que desarrollen sus propios productos turísticos y que no se les expropien sus territorios con bandadas de turistas que creen tener la razón como clientes.
No, en este caso el cliente no tiene la razón, son las comunidades receptoras las que deben apropiarse de sus territorios, de sus atractivos turísticos y definir las normas de cómo quieren ser visitados. Nosotros como agencias y prestadores de servicios turísticos debemos apoyar el proceso de diseño y comercialización de productos comunitarios que beneficien la conservación y uso sostenible de los territorios biodiversos de la Colombia profunda.
El sistema capitalista está en el filo de la navaja, los más ricos se están dando cuenta que su economía depende de los más pobres y que el sistema empieza a tambalear. Hoy tenemos que repensarnos como sociedad, mirar hacia los conocimientos ancestrales. Hoy conceptos como Uramba, la unión de los pueblos negros del Pacífico colombiano, el Sumak Kawsay de los pueblos aymara de Latinoamérica, entre otros que se dan en comunidades alrededor del mundo. Hoy entramos en otro momento de la historia, debemos mirar hacia atrás para poder caminar hacia adelante, entramos en la era del posdesarrollo y la muerte de la modernidad.
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