La laguna de Guasca, hoy conocida como Pantano de Martos, pudo haber sido la laguna sagrada más grande del territorio muisca. Los intentos por extraer el oro de sus profundidades y de implementar proyectos de ganadería lograron el cometido de secarla. El resultado es un ecosistema de vegetación de páramo sobre una turbera de gran extensión que tiene muy baja representatividad en el sistema nacional de áreas protegidas. Por esta razón, es considerada un espacio de gran importancia para la conservación de este tipo de ecosistemas de montaña (Fundación Guayacanal, s.f.)

La antigua Laguna de Guasca era uno de los puntos por donde los antiguos Güechas pasaban en su rito de “Correr la Tierra”, el cual terminaba en la laguna de Ubaque, al sur del territorio (Martínez, 2008). Aunque se conoce el itinerario de las lagunas, no se ha podido establecer la ruta por la que pasaba la peregrinación de estos antiguos guerreros (más información en el Festival Correr la Tierra Pagina XX ).

Dicen los pobladores de la región que el desecamiento de la laguna se dio en la década de los setenta, cuando el señor José Bermúdez, drenó sus aguas para explorar si había oro en sus profundidades y para la implementación de proyectos Ganaderos, para lo que se realizaron surcos que poco a poco drenaron la laguna hasta convertirla en el ecosistema que hoy conocemos, una turba con pantanos estacionales y vegetación de bosque alto andino y páramo en sucesión secundaría.

En el Pantano de Martos es evidente la presencia de osos de anteojos, pues se encuentran muchos rastros de su presencia, como huellas y cardos (Puya goudintiana) arrancados, una de sus principales fuentes de alimento. También se pueden observar águilas de páramo y venados en medio de un paisaje sin igual. Pero por el momento es recomendable no ingresar al pantano hasta que no exista una política de sostenibilidad turística para el lugar y así evitar el deterioro de este ecosistema de belleza singular.