La Peña de Juaica o Peña de los Dioses, como se conoce popularmente, se encuentra ubicada entre los municipios de Tenjo y Tabio. Forma parte de una cadena montañosa que se inicia en el municipio de Tabio y se extiende hacia el Sur, pasando por las veredas de Juaica, Chincé, Churruguaco, Chitasuga y el Estanco, para continuar hacia el Sur hasta el municipio de Madrid.

Los muiscas hicieron de este cerro sagrado un lugar  estratégico, puesto que la vista desde su cumbre les permitía observar a grandes distancias (Fundacion Senderos y Memoria, 2010) y  estar atentos a los movimientos de los españoles para evitar sus ataques (Uribe, 1996). De la misma manera que en Sutatausa, cuenta la leyenda que en el farallón se suicidaron miles de indígenas en oposición al proceso de conquista y evangelización europea (Sua, 2015).

Según la tradición oral, Juaica, por su imponente belleza, ha sido inspiración para la creación popular de varios mitos y leyendas. Una de ellas cuenta que en el cerro volaban las brujas de Tenjo en sus escobas, custodiando los hogares de la Sabana de Bogotá y castigando a aquellos hombres borrachos e infieles que se movilizaban por los caminos a altas horas de la noche (Ramirez, Chiquiza, & Perez, 2008).

Juaica es una montaña con forma de pirámide y fuertes pendientes, cuya cara occidental está dominada por grandes paredes de roca de hasta cuatrocientos metros de altura. Cuando se habla de ella, tradicionalmente se habla de anécdotas y secretos que despiertan curiosidad e incertidumbre. Se dice, por ejemplo, que alrededor de su cumbre vuelan OVNIS y que se ven sus luces en diferentes temporadas del año (Ramirez, Chiquiza, & Perez, 2008). Muchos de los viejos de la zona dicen que esas luces son comunes y que se ven desde hace muchos años. Según la tradición oral, ocurrió un caso en donde un objeto volador trasladó a un campesino desde una zona que limita con el municipio de Tenjo hasta el municipio de Pitalito a 400 Km al sur, en el Departamento del Huila (Uribe, 1996).

También cuentan las leyendas sobre la presencia de los mohanes, seres míticos, guardianes de las fuentes de agua, de los tesoros que escondieron los muiscas y protectores de la naturaleza, que viven escondidos en grutas y cavernas (Carrillo, 2012). Según los pobladores y la tradición oral, en la Peña de Juaica nace el mito del Mohán, gracias a Luis González, un viejo humilde que habitaba la región y vestía de ruana y sombrero de fieltro, quien era considerado el último mohán (Uribe, 1996). Cuenta la leyenda que el Mohán, custodiado por cóndores, habitaba Juaica, mientras la Mohana, custodiada por águilas, vivía en el cerro del Manjui, en Cota. Un día, estas dos deidades se casaron, dando origen al valle de Tenjo. Y así, cuando los amantes se juran amor eterno hacen que llueva en todo el valle.