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Un Turismo sin Turistas: ES Hora de Organizar la Casa

Turismo Sostenible

Chia

Es probable que el modelo extractivista de la sociedad occidental, que cada vez más llega al corazón de lo que una vez fueron grandes extensiones de selva, haya despertado la pandemia más importante de la historia de la humanidad. Los efectos económicos y sociales de este proceso aún no se alcanzan a dilucidar en el mediano y el largo plazo. De esta crisis, el turismo ha sido uno de los sectores económicos más afectados, y tal vez sea uno de los que más se demore en reactivarse.

El turismo, en general, siempre se ha analizado desde la perspectiva económica, desde la dinámica del mercado, la oferta y la demanda. Sin embargo, algunos autores hemos optado por analizarlo desde una perspectiva compleja en la que se tengan en cuenta otras variables y dimensiones humanas como la ecología, la antropología, la sociología, la planificación territorial y la biología. De esta manera, más allá del negocio, este se ha empezado a analizar como un fenómeno social que debe involucrar no solo el análisis del mercado, sino también los procesos ambientales y sociales que desencadena en los territorios donde opera.

Hoy el virus del COVID-19 nos somete a lo que Darwin postuló en su obra El Origen de las Especies de 1859; la selección natural. Así pues, esta se refiere al proceso en el que un cambio drástico en el ambiente elimina a los individuos de las especies que no se encuentran adaptados a las nuevas condiciones. Bueno, hoy, más que nunca este mecanismo biológico actúa sobre el Homo sapiens, que usualmente no es tan sapiens, y todas sus actividades económicas y sociales. Producto de este proceso natural la operación turística a nivel global se ha detenido abruptamente, los destinos turísticos quedaron vacíos de un momento a otro. Tristemente, hoy, el sector económico que no se adapte a esta nueva situación desaparecerá, ya que, como humanidad no escapamos a las leyes universales de la naturaleza.

Por otro lado, por la situación de pandemia que vivimos en la actualidad, las condiciones de prestación de los servicios turísticos han cambiado drásticamente debido a los protocolos de bioseguridad implementados en casi todos los países. De esta manera, el distanciamiento social tendrá un impacto profundo en los costos de los productos turísticos y, por ende, en precios finales de los paquetes y actividades. Un ejemplo simple de esto es el transporte. Si antes a un bus le cabían 40 PAX hoy no se le podrá meter mas de 15 o 20 personas, sin embargo, el bus seguirá cobrando la misma tarifa. Situaciones como estas harán que el precio final al público sea más elevado y, además, la capacidad de pago de los turistas se habrá reducido debido a la recesión que enfrentaremos en los próximos años, lo que redundará en una disminución drástica en la ocupación de los destinos.

Por estas razones, muchos de los prestadores de servicios turísticos de menor tamaño tienden a desaparecer en el corto y el mediano plazo debido a la ausencia de turistas. Los guías turísticos son tal vez el eslabón más importante de la cadena de valor, pero al mismo tiempo son los más vulnerables en este momento, económicamente hablando. Sin embargo, en este panorama desolador para la industria sin chimeneas, que para mí no es ninguna industria, puede convertirse en la oportunidad para hacer del turismo una actividad más armoniosa ambientalmente, más amigable socialmente y más equitativa económicamente hablando. Mejor dicho, “llegó el momento de organizar la casa” en pro de las mipymes turísticas, los trabajadores independientes y las comunidades receptoras.

Gran parte de los destinos nacionales de Colombia no han logrado consolidar cadenas de valor que permitan a la actividad turística convertirse en una alternativa sostenible en los territorios. Incluso, en algunas regiones se sufre de turismofobia debido a que las comunidades receptoras muchas veces no ven beneficios directos de la actividad, se sienten excluidos y, por el contrario, tienen que asumir graves impactos ambientales y sociales como la gentrificación, la sobrecarga de los servicios públicos, la invasión a la propiedad privada, el deterioro ambiental y la mala disposición de residuos sólidos, solo para nombrar algunos.

Sin embargo, a través de los años, los prestadores de servicios turísticos locales, en conjunto con las comunidades receptoras, hanacumulado importantes conocimientos a nivel territorial, mismos que se pueden usar en el diseño y diversificación de los productos turísticos del destino.Esto podría redundar en la protección del empleo de los prestadores de servicios turísticos y en la activación de la economía local.

O sea, como se dijo anteriormente, llego la hora de organizar la casa. Aprovechando que la mayoría de los destinos a nivel mundial han tenido una caída en la visita de turistas, que los atractivos turísticos se encuentran desolados, se puede empezar con un proceso de planificación sostenible del turismo a cargo de los prestadores de servicios turísticos y las comunidades receptoras. Hay mucho por hacer, sobre todo en países como Colombia que el enfoque de destino y de cadena de valor es incipiente.

Es el momento en el que es necesario iniciar un diálogo de saberes entre los actores locales, las instituciones gubernamentales, las ONG y la cooperación internacional que nos permita organizarnos en los territorios con un enfoque de destino sostenible, o sustentable dirían algunos. Así pues, hay mucho por hacer en el turismo en tiempo de pandemia. Si los turistas no llegan organicémonos para cuando la actividad turística se reactive, tengamos unos destinos bien estructurados, unos prestadores turísticos capacitados y unas comunidades receptoras involucradas.

Para que esto suceda, a la vez que se protege el empleo y el emprendimiento en el corto plazo, los prestadores de servicios turísticos podrían convertirse en consultores de los municipios y destinos donde operan para el desarrollo de productos turísticos, rutas, diseño de sistemas de señalización e interpretación ambiental, capacitación de comunidades receptoras en términos de turismo sostenible, etc. En fin, es una larga lista de quehaceres que podrían convertirse en una alternativa laboral en el corto plazo para los integrantes más pequeños, y, por lo tanto, los más vulnerables de la cadena de valor turística territorial y, de esta manera, proteger el empleo y el emprendimiento del sector.

Esto requiere de, como diría Boaventura de Sousa Santos, generar una ecología del saber, donde los conocimientos y capacidades de todos los actores de la cadena de valor territorial sean tenidos en cuenta. Sin embargo, para que esto suceda es importante la voluntad política de los gobernantes en todos los niveles del estado y una amplia participación comunitaria, para la construcción colectiva de los destinos sostenibles que nos exigen las nuevas tendencias del mercado global. Como dice el título del artículo, llegó la hora de organizar la casa.

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