El azar, la geología y los antiguos dioses muiscas, dotaron a Nemocón de grandes bondades. Enterrados en el subsuelo se encuentran antiguas trazas de minerales de gran valor económico y comercial como la sal y el caolín, que evidencian el origen marino de la región.
El municipio se ubica en la Cuenca Alta del Río Bogotá, la cual se formó a orillas del mar en el cretácico superior, de 100 a 65 millones de años, cuando los dinosaurios dominaban la tierra, el aire y el agua. Para este momento ya el equilibrio necesario para la vida en el planeta era precario, causado por una creciente actividad volcánica en el Cinturón de Fuego del Pacífico.
Luego, en un parpadeo del tiempo, hace 65 millones de años, una luz surcó los cielos y desde las profundidades del universo emergió un inmenso meteorito que cayó en la actual península de Yucatán en el lugar conocido como Cráter de Chicxulub. Su impacto, sumado a la ya precaria situación, terminó por extinguir al 76% de la biodiversidad del planeta, entre ellos a la totalidad de los dinosaurios. Sin embargo, y pese a la catástrofe global, sobrevivieron algunos pequeños mamíferos, que se convertirían en el Phyla dominante en el planeta.
Con el paso de los periodos geológicos, con la fuerza que solo puede producir la deriva continental y debido a la actividad constante de la Fosa Perú-Chile, hace 3,5 millones de años terminó de emerger la Cordillera Oriental de Colombia. Así pues, los sedimentos que se depositaron en el Cretácico Superior, en el Mar de Tetis, serían empujados hacia arriba, hasta su posición actual, a alturas superiores a los 3000 m sobre el nivel del mar.
La decantación y posterior elevación de los sedimentos marinos depositados en el mar de Tetis, dieron origen a la mayoría de las formaciones geológicas de la Sabana de Bogotá. Así pues, como ejemplo podemos encontrar las rocas areniscas de la Formación Guadalupe, las vetas de carbón de la Formación Guaduas y los domos de halita de la Formación Chipaque, protagonistas de este relato acerca de Nemocón.
La orogénesis de la Cordillera Oriental de Colombia coincidió con el levantamiento de Panamá, lo que, a la postre, en el pleistoceno, permitiría el cruce de flora y fauna entre Centroamérica y Suramérica, que hasta el momento se encontraban separados (Groot, s.f.). Es así como durante el pleistoceno lograron llegar hasta la Sabana de Bogotá mastodontes, megaterios y la megafauna proveniente del hemisferio norte.
Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.
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